FRANCISCO DE GOYA
Francisco de Goya nació en el año 1746, en la localidad de la provincia española de Zaragoza, hijo de un dorador de origen vasco, José, y de una labriega hidalga llamada Gracia Lucientes. Avecinada la familia en la capital zaragozana, entró el joven Francisco a aprender el oficio de pintor en el taller del rutinario José Luzán, donde estuvo cuatro años copiando estampas hasta que se decidió a establecerse por su cuenta y, según escribió más tarde él mismo, "pintar de mi invención".
Todavía en esta primera etapa, Goya se ocupa más de las francachelas nocturnas en las tascas madrileñas y de las majas resabidas y descaradas que de cuidar de su reputación profesional y apenas pinta algunos encargos que le vienen de sus amigos los Bayeu, tres hermanos pintores, Ramón, Manuel y Francisco, este último su inseparable compañero y protector, doce años mayor que él. También hermana de éstos era Josefa, con la que contrajo matrimonio en Madrid en junio de 1773, año decisivo en la vida del pintor porque en él se inaugura un nuevo período de mayor solidez y originalidad. Por lo cual goya trabajo su retrato a los 13 años.
Etapas
Primera etapa
La primera de ellas abarca desde 1771 hasta 1807, es la época de juventud y madurez, la de los triunfos profesionales, en la que predomina la visión optimista de la vida. Se inicia aquí como pintor de la Academia y Real, pintando a los miembros de la Corte y a los miembros más selectos de la Nobleza Española (retratos de “Carlos III”, del “Conde de Floridablanca”, de los “Duques de Osuna”.
En el año 1972 goya sufre una gran enfermedad en la cual comienza a perder la audición y decaen por lo cual goya se entrega más a sus obras y dejando salir cosas nuevas en sus pinturas.
La segunda etapa abarca los años 1808-24 aproximadamente. Son los años marcados por la sordera y la guerra, que provocan la desaparición del pintor jovial y vitalista y la “llegada” del nuevo Goya con su fantasía alucinante, es, en suma, la época del sufrimiento. La llegada al trono de España de José I y la Guerra de la Independencia, provocan la ruptura de su ya inestable equilibrio personal. Goya era un liberal, un admirador de la Revolución Francesa y sus conquistas sociales, que ahora observa como su admirada Francia, se impone a sus compatriotas por la brutalidad de las armas. Es el momento en que recorre los escenarios de las batallas y realiza los dibujos que le van a servir para realizar la serie de grabados “Los Desastres de la guerra”. También toma los apuntes sobre los dos cuadros que seis años más tarde realiza con el tema de la guerra, “La carga de los mamelucos” y “Los Fusilamientos de la Moncloa”, obras de gran carga política en las que vemos como la paleta se oscurece y la pincelada se hace densa, rápida, expresionista. A la vuelta de Fernando VII en 1814 se produce la restauración del Antiguo Régimen y el pintor, olvidado por la sociedad y el monarca, alquila una casa, la “Quinta del sordo”, lugar en el que en sus paredes realiza las “Pinturas Negras”, de temática dramática y sombría, fruto de su pesimismo, con una paleta oscura, en la que predomina el negro y con una pincelada densa, casi matérica, llegando a usar la espátula para aplicar la pasta, en la que el dibujo se ha roto, ya que es una pintura de manchas.
Tercera etapa
El epílogo llega en el año 1824, cuando desengañado, tras la nueva imposición del Antiguo Régimen, abandona España y se exilia voluntariamente en Burdeos donde fallece. En estos últimos momentos su paleta se aclara de nuevo con colores vivos y una temática vanal, alegre que podemos observar en su cuadro “La lechera de Burdeos”.
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